Es triste llegar a un momento de la vida en que es más fácil abrir un libro en la página 96 y dialogar con su autor, de café a tumba, de aburrido a suicida, mientras en las mesas de al lado se habla de Argelia, de Adenauer, de Mijanou Bardot, de Guy Trévert, de Sidney Bechet, de Michel Butor, de Nabokov, de Za-Wu-Ki, de Louison Bobet, y en mi país los muchachos hablan, ¿de qué hablan los muchachos en mi país?
Rayuela
Paradoja irrisoria: cuanto más pertenecemos a una ciudad, menos la vivimos.
París, último primer encuentro
"No importa, ahora escribirás todo eso y será todavía mejor, porque un buen recuerdo vale más que la realidad". El cronopio lo mira indignado por tanta cursilería, aparte de que no hay literatura en este mundo que se compare con una buena botella de tequila, sin hablar de las fotonovelas.
Un cronopio en México
http://www.youtube.com/watch?v=XzG3vllEwyg
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